El parque

El parque

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Para los que aman la calma, para los que buscan la furia; para los intrépidos, para los conformistas; para los niños, para los padres; para las parejas, para los rebeldes; para unos y para otros.

Como en aquél spot publicitario, podríamos dirigir nuestro producto hacia todos los públicos.
Del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar impresiona la virginidad de sus playas, de aguas profundas o externas, de colores turquesas o grises, de arenas limpias o rocas. Cientos de parajes a lo largo de más de sesenta kilómetros de costa – la mejor conservada del litoral andaluz- para deleite de todos los gustos. Escoger uno de ellos para ver la puesta de sol no es tarea fácil.

Contemplar la belleza de esta tierra árida es toda una experiencia, un verdadero desierto que sin embargo propicia una vegetación que cuenta con más de mil especies diferentes. Junto a los cortijos que están repartidos por todo el Parque Natural podemos ver conjuntos de palmeras datileras que junto a los pitacos le dan un aspecto característico, así como las chumberas, cuyo fruto (el chumbo) es realmente codiciado.
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Calzado cómodo, agua y muchas ganas de explorar nuevos paisajes son los únicos ingredientes que se necesitan para descubrir toda una serie de rutas y senderos que nos llevan desde una caldera volcánica hasta un cerro o de una torre hasta un faro. Aunque la noche también es un buen momento para salir a caminar, ¿por qué no ir hasta el Cortijo del Fraile?. Otras muchas excursiones se proponen para todos aquellos que deseen descubrir rincones mágicos del Parque.
Dejamos ahora la atmósfera para sumergirnos en el interior de sus cálidas aguas, paraíso mediterráneo para la práctica del buceo y submarinismo. Un mundo de peces de colores, de praderas de Poseidonia, de grutas, cortados y cuevas, unos fondos marinos que crean escenarios de ciencia-ficción, con luces intensas, penumbras y constantes contrastes.

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El Parque Natural Cabo de Gata-Níjar es uno de los pocos lugares protegidos que aún nos quedan. Es tarea de todos los que en él vivimos y de quienes lo visitan mantener su cuidado y respeto para que evitar que pronto de él sólo queden los recuerdos.

 

«Yo soy un ciudadano, no de Atenas o Grecia, sino del mundo», Sócrates